lunes, 15 de octubre de 2007

Indignación y vergüenza

Yo no soy una persona religiosa, pero cuando visito alguna catedral o iglesia, siempre procuro hacerlo en silencio. Cierto es que si hago alguna foto no puedo evitar el ruido que meten el espejo y las cortinillas del obturador al saltar, pero tampoco me lío a disparar fotos a ráfagas indiscriminadamente, si he de cambiar de objetivos lo procuro hacer con el máximo silencio posible, y si tengo que hablar lo hago en voz baja. Es lo que me enseñaron de pequeño: mostrar educación y respeto, aunque no se comparta la misma opinión.

Pero parece que la gente lo ha olvidado. Incluso la gente mayor.

Siempre me ha atraído el tema de la tecnología militar, y hay que reconocer que es muy impresionante ver en un desfile a los coraceros a caballo o los Tabores de Regulares. Este es el segundo año que asisto al Desfile de las Fuerzas Armadas en la Castellana. No tanto por ser patriotero, que no lo soy especialmente, como por el desfile en sí.

Me empecé a mosquear porque se veían muchas más banderas sobredimensionadas por el Paseo de la Castellana que el año anterior. Aunque he de confesar que yo personalmente no vi ninguna de las (mal llamadas) preconstitucionales, o, más coloquialmente, las del pollo.

Lo primero que no me convenció es que por lo menos al principio no dejaban acercarse a las vallas de protección como otros años, cuando antes de la zona del desfile la gente podía andar entre los vehículos o los soldados que participarían en el desfile como si nada. Lo achaqué a la amenaza de atentados para ese mismo día. Solamente dejaron acercarse sin problemas a partir de las 9.30.

Cuando llegó el Rey, alrededor de las 10.30, se avisó por megafonía que iba a tocarse el himno de España, y que se debía atender de pie y en silencio como muestra de respeto. ¡Se tuvo que avisar! Esto ya era señal de que algo no iba a ir bien.

Pero se acercaba el momento más indignante y vergonzoso de todos.

Poco después empezó el desfile de banderas, y al poco se acercaron el Rey y el Presidente del Gobierno para hacer entrega de una corona como parte del Homenaje a los Caídos por España. Justo cuando se mencionó el nombre de Zapatero, empezó un abucheo generalizado a los gritos de "¡Zapatero dimisión!".

¡¡¡Durante el homenaje a los caídos!!! Eso me dejó anonadado, y es cuando me sentí indignado de la gente que me rodeaba. ¿¡Así se demuestra el respeto a la Bandera y a las Fuerzas Armadas!? ¿A los símbolos?

Me pareció vergonzoso que en 2003 Zapatero no se levantara al paso de la bandera americana. El motivo por el que lo hizo es comprensible, pero es una falta de respeto y educación injustificable.

Podría entender que se abuchee a Zapatero al llegar a la tribuna (momento que no se hizo público) o al salir. Pero lo que es total y absolutamente inaceptable es que en uno de los momentos más emotivos del desfile, el Homenaje a los Caídos, se demuestre tal falta de respeto, no al Presidente, sino a los militares.

Para la próxima vez quizás Rajoy debería avisar a sus correligionarios que si quieren mostrar respeto a los símbolos, a la hora de empezar a sonar el himno de España, debe escucharse de pie, y durante el homenaje a los caídos debería mostrarse un respetuoso silencio.

O quizás debería enseñarles las normas mínimas de educación y respeto.

miércoles, 10 de octubre de 2007

¿Yepes o nones?

Hoy en la comida ha salido (y van N+1 veces ya :-p) el tema de la estabilidad de los sistemas operativos de cierta conocida empresa de Redmond. Y lo típico: que si WinME petaba de forma miserable, el odioso Pantallazo Azul de la Muerte, que si ahora hay menos pantallazos globales pero más de aplicaciones, que si el thunderbird (me) peta al inicializar algo cuando lo estoy cerrando... (sí, sí, inicializa algo al cerrarlo, a mí no me miréis)

Y de ahí ha vuelto a recordarse la famosa historieta de Creatas y Ejecutas, por Daniel Solana. Pincha sobre la imagen para ver la historia completa, y si no te has sentido nunca identificado, o eres (muy, pero que muy) nuevo en el mundo de los ordenadores, o no has tocado uno en tu vida.