Hubo varias cosas que me resultaron cuando menos curiosas, y un par de ellas que demuestran la estupidez del género humano.
- Prácticamente todo el mundo se las da de micólogo experto, y en cuanto veía a los bordes del camino algo que no era de origen vegetal ni animal, como un poseso a por ello. Vale, ésta es la época de las setas, con lo que ha caído estas semanas de atrás y la buena temperatura, están saliendo a porrillo, pero yo no me creo que todos los madrileños ahora seamos expertos detectores de setas sanas o venenosas.
- ¿Por qué los domingueros cuando salimos al campo saludamos a todo aquél con el que nos encontramos? Entiendo que sea normal en los pueblos, donde todo el mundo se conoce, pero ¡¡¡por el amor de Dios, que venimos de la p*ta ciudad!!!
- La estupidez del falso turismo rural. ¿Puede existir un oxímoron mayor que "Suites Rurales"? Pues así se anunciaban unas habitaciones en un hostal, encajonado en un callejón de un pueblo de la Sierra Pobre (¡que no Sierra Norte, coño!) madrileña.
1 comentario:
En Cataluña, en los pueblos del interior (sobretodo en Girona y Lleida) a los de la ciudad (de Barcelona, lógicamente) nos llaman "quemacos" (traducción literal: "québonitos"). Una vez lo pregunté a un amigo de Lleida por qué ese sobrenombre, me comentó que cuando vamos al interior todo nos parece muy bonito y decimos "¡Qué bonito!" y de ahí viene ese apodo, que más bien es una forma de reirse de nosotros...
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