El primero, Maurice frente al micrófono en Radio K-OSO, sustituyendo a Chris:
- ¿Sabéis? a menudo cuando recuerdas una situación, te das cuenta de que no fue todo como pensabas. La chica bonita entró en tu vida, te enamoraste de verdad. Puede que se tratara solo de una ensoñación infantil. quizás sólo un breve instante de vanidad.
En el bar de Holling entre Maurice y Fleischman.
- Maurice: ¿Puedo hacerte una pregunta, Fleischman?
- Fleischman: ¡Claro!
- M: Cuando conociste a Elaine, ¿sentiste algún dolor?
- F: ¿Dolor? ¿Dolor físico?
- M: Sí.
- F: Más o menos. Había cierto grado de ansiedad. Un nudo en el estómago... como si alguien me apuñalara. ¿Dolor? Sí, desde luego.
- M: ¿Sabías que Einstein no pensó su teoría de la Relatividad? La sintió. Estaba en un tranvía en Viena, o en cualquier otro sitio, cuando le sobrevino. ¡Zas! Todo su cuerpo estaba excitado. Pero también se sintió enfermo, con náuseas. Tuvo que bajarse del tranvía antes de vomitar.
- F: Sí, bueno. (con voz escéptica) Qué historia tan interesante, Maurice.
- M: Cuando Holling vio a Shelley por primera vez, tuvo tortícolis. Yo estaba sentado a su lado. No pudo mover la cabeza durante tres días, le embargó.
- F: ¿A dónde quieres ir a parar?
- M: Bueno, parece que las grandes pasiones a veces te dan como un mazo.
- Shelley: Buenos días, doctor Fleischman.
- F: Hola. (Shelley le llena la taza de café) Gracias Shelley.
- S: ¿Te lo lleno, Maurice?
- M: (poniendo un semblante muy serio y sin mirar a Shelley) Claro que... a mí no me ha pasado.
Y la tercera, otra vez en el bar.
- Shelley: Hola, Maurice.
- Maurice: Shelley.
- S: ¿Qué te pasa?
- M: Shelley, ¿recuerdas cuando te traje hasta aquí desde Dawson City?
- S: ¡Claro que sí! Me cojiste en brazos y me metiste en tu gran Cadillac, Maurice. ¡Menudo día!
- M: Sí. Creía que estaba enamorado. Pero supongo que no.
- S: ¿Eh?
- M: Todo el mundo siente algún tipo de dolor cuando se enamora, Shelley. Yo no sentí dolor. ¡Estaba contento!
- S: Yo sentí dolor.
- M: ¿Ah, sí?
- S: Tenía agujetas, ¿te acuerdas? Fui tumbada en el asiento de atrás casi todo el viaje. No dejabas de parar para comprarme calmantes y bálsamos, pero no hacían nada.
- M: ¿No hacían nada?
- S: También tenía jaqueca.
- M: ¿Ah, sí? ¿Grande?
- S: ¡Terrible! Para cuando llegamos aquí pensaba que tenía un tumor cerebral.
- M: ¿Por qué no me lo has contado antes?
- S: ¡Bueno! No quería estropear tu diversión. Voy a servir esto antes de que se enfríe. Puede que yo no significara nada para tí, Pero tú para mí sí. Me sentí como un perro enfermo mientras estuvimos juntos.
- M: (Al poco rato, y con una sonrisa de oreja a oreja) Ah,¡ hahaha!
Recomiendo encarecidamente su visionado. Debería ser obligatorio.
1 comentario:
¡¡JUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS!! A ver si me vuelvo a ver la serie completa, ahora que la tenemos :-D
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