Y no, no estoy hablando de contaminación.
¿El motivo del concierto? La reedición a finales del año pasado de Oxygene, con los mismos instrumentos, pero en grabación digital directamente.
¿La puesta en escena? Bastante sencilla. Jarre al frente, rodeado de teclados (analógicos), y detrás Dominique Perrier, Claude Samard y Francis Rimbert, cada uno también rodeado de teclados, dispuestos en cuadrado. Detrás de ellos un telón negro que podía dejar espacio a una pantalla o bien se desplegaba un espejo, que permitía ver a los intérpretes como si se estuviera mirándolos desde arriba.
¿El sonido? Se pasaron un poco en cuanto a los graves, y a Jarre se le fue un poco la pinza en el Oxygene 5, pero por lo demás, estupendo. Obvias variaciones (y errores, para qué negarlo) al tocar en directo, y excelente.
¿El resultado? Espectacular y emocionante. Especialmente a mí se me puso la carne de gallina con Oxygene 4. Y 3/4 de lo mismo, pero a lo bestia, con el bis que hizo, Oxygene 13. Un concierto bastante más intimista que las giras anteriores, y extraordinario.
¿Lo peor? Los 100.50 € que costó la entrada. Siendo la más barata del orden de 75€, no es extraño que el Palacio de Congresos no se llenara.
No sé si sería un gesto de cara a la galería, pero en la despedida dijo algo como que "hasta pronto, nos veremos al aire libre". ¿Macro concierto en Madrid? ¡Ojalá!
No hay comentarios:
Publicar un comentario